EL CENTRO HISTÓRICO DE TUNJA COMO BIEN DE USO PÚBLICO

«La identidad es el reconocimiento que se da continuamente, no solo por los procesos cotidianos que ayer tuvieron significado, sino por que en ocasiones traen una evolución permanente de la sociedad»

Por José Manuel Rojas Calderón

Fotografía de Archivo-José Manuel Manuel Rojas de camisa azul en el Bulevar de la República del Salvador.

En forma equivoca hay quienes han utilizado el término territorio como solo una porción de tierra limitada por unos accidentes geográficos como montañas, ríos, formaciones y demás y no se tiene en cuenta que en él se presenta un sistema de relaciones, y elementos inherentes a lo humano como: los afectos, las vivencias, los imaginarios y las tradiciones,
que han conformado en la línea del tiempo una construcción social, que se define y cambia continuamente a partir de las significaciones y usos que sus pobladores quienes con sus historias comunes, usos y sentidos transforman la realidad territorial.

La identidad es el reconocimiento que se da continuamente, no solo por los procesos cotidianos que ayer tuvieron significado, sino por que en ocasiones traen una evolución permanente de la sociedad, especialmente en los procesos productivos y de saberes que han existido en un territorio y una comunidad que habita en él y se ha construido cotidianamente; así mismo, una cultura que se visibiliza a través de las costumbres, la arquitectura, las artes, el folklore y demás acciones del hombre, para solo citar algunos de los componentes. También hacen parte de esa identidad: las historias comunes, los usos y sentidos y unas relaciones con el mundo natural y social que se han dejado aparte por la intromisión de culturas foráneas y modas “innovadoras” que se toman a través de la televisión y de otros medios de comunicación y de modas que hoy en día se han utilizado
como medios para señalar nuevas ideologías.

El concepto de que el desarrollo no es solo sinónimo de evolución, proceso de cambio y crecimiento relacionado de cualquier situación geográfica, económica o tecnológica, sino que debe comprender, el mejoramiento de las condiciones de vida del ser humano, claro, dentro del desarrollo sostenible, lo que en otros términos significa que la tecnología, el avance económico y los cambios que ello produzcan, deben estar al servicio del ser humano actual y al que vendrá y no ser solo fuente de enriquecimiento.

En la historia de los asentamientos: en las poblaciones y especialmente las ciudades se vive una integración de una vida social con la naturaleza, y que se visibiliza en los bienes de uso público que son “los inmuebles que están destinados al uso de los habitantes e incluyen calles, vías, plazas, parques públicos, zonas verdes, entre otros”. Las pequeñas o grandes orbes que necesariamente deben crecer comprometidas con la naturaleza, especialmente con los recursos bióticos (flora, fauna y microorganismos) y abióticos (aire, agua y suelo) que conforman el espacio social y que hoy tristemente se ha abandonado o convertido en terrenos abandonados, muchos convertidos en basureros o en potreros sin vida, en fuentes
contaminadas, sin movimiento, o en simplemente en moles de cemento, sin intervención paisajística o simplemente son espacios para todo tipo de uso, con diferente presentación y aspecto heterogéneo en donde falta la reglamentación o de presencia de las autoridades administrativas “brilla por su ausencia”.

En Tunja, por ejemplo en los bienes de uso público se observa abandono de los recursos naturales de flora y fauna y su reemplazo ha sido por estructuras de concreto y piedra, algunas de ellas manejadas con conceptos ajenos a la naturaleza misma del habitante de la ciudad, al que debió consultársele y reconocérsele su expresión u observar sus contradicciones comunitarias y los conflictos sociales que a través de la historia de la ciudad y de su vida socio -económica, ambiental y cultural de la ciudad y en donde hoy solo se tiene una colcha de retazos en las zonas: comerciales, habitacionales y de recreación que en muchos casos son ajenos a la cultura tunjana.

Uno de esos bienes públicos es el centro histórico de la ciudad en donde sobresale la plaza de Bolívar de Tunja, estructura cuyo tamaño es cercano a una hectárea (10.000 metros cuadrados) y ubicada en la parte alta de la ciudad (2860 metros sobre el nivel del mar), que tiene forma ortogonal, y allí brillan desde los primeros rayos del sol que llegan por el oriente en donde está la iglesia catedral y las casas parroquial y del fundador de la ciudad, mientras que en el poniente se captan los últimos reflejos de la luz y sobresale uno de los balcones más grandes de las ciudades coloniales; al sur, hay edificaciones que luego de algunas intervenciones carecen de simetría e identidad urbana, en donde se tiene desde oficinas de atención pública y establecimientos comerciales, mientras que al norte se hallan
algunas de las edificaciones de entes públicos previamente establecidos. En la mayor parte del año circula sobre esta pequeña meseta, una brisa suave o unos vientos rápidos, pero que en todo caso por su baja temperatura hacen que clima el frio, casi de páramo cale en todo el cuerpo de los transeúntes. Es, así la plaza, centro urbano administrativo y religioso de la
ciudad, y su área se ha utilizado en todo tipo de eventos. Adicionalmente a la plaza hay un recuadro conformado por una zona entre las vías: calles de la 18 a la 21 y carreras de la 9ª a la 11 conforman prácticamente el centro histórico, al cual se pueden adicionar algunos lugares cercanos, básicamente centros religiosos, comerciales o administrativos, todo lo
cual genera un atractivo en donde existen aparte de arte religioso, diferentes estilos arquitectónicos.

Sobre esta plaza y sus contornos se ha desarrollado la historia Tunjana y buena parte de la del departamento de Boyacá y de la nación. Como centro abundante en historia y en transformaciones, este bien público, fue antes centro de la nación muisca, luego eje cultural y político en la época de la colonia, bastión de la independencia y de los primeros momentos de la época republicana. En ella y en las construcciones que la enmarcan se han
hecho intrigas y consejas políticas, manifestaciones de protesta o de aprobación, se censura o se aprueba a través de las aclamaciones o las maledicencias o mentiras a medias y todo lo que abunde dentro del maniqueísmo de los ciudadanos. Igualmente, ha sido: plaza de mercado, centro de eventos, también de peleas callejeras, pista de baile y últimamente sede, conjuntamente con las calles y plazoletas aledañas del comercio informal Recientemente el administrador de turno consideró que tanto el área de la plaza, así como toda la zona que conforma el “centro histórico” no era adecuada para la ciudad y que debía transformarse en un lugar de mejor presencia para lo cual se demolió lo que existía y se inició un proceso de remodelación que consistió en construir allí una superficie de concreto que sirviera de base para instalar unas placas de mármol y en las vías aledañas instalar, además de las placas de concreto, baldosas de cemento y adoquines de material.

Como un planteamiento general, se tiene que la prestación de servicios es el tercer renglón de la economía y generalmente se afirma que para los países en vía de desarrollo es la solución en gran parte de la problemática mundial en lo atinente a crear condiciones laborales o fuentes de trabajo y de paso para obtener economías limpias y amigables del medio ambiente. Por consiguiente, uno de los mecanismos recomendados para el sector servicios es el turismo. Esta premisa hace que en consideración a la tradición histórica.

Tunja le haya apostado a esta actividad como fuente de desarrollo, pero sin tener en cuenta que no es por normas: acuerdos o decretos que se acondiciona una ciudad para recibir a los presuntos visitantes, sino que son necesario otros aspectos: A veces hay quienes piensan que porque existen ciertos atractivos ya es una ciudad turística, ciertamente la ciudad los tiene pero hay deficiencias como: la falta de cultura en el trato a los demás y en el
conocimiento de la ciudad, hay falta de identidad con el territorio, de por si una gran falencia; el comportamiento de buena parte del boyacense y especialmente del Tunjano que los convierte en muchas ocasiones en gente fría, seca y muchas veces huraña y con todo esto bastaría por si solo para no regresar. Pero además la carencia de eventos y de lugares que propicien un ambiente acogedor brillan por su ausencia, los únicos atractivos en este
caso son la Semana Santa y el Aguinaldo Boyacense que tienen cada vez menos participantes y entre dimes y diretes se culpan unos a otros: administración e influencers de su decadencia, tampoco se conocen encuestas de satisfacción o estudios de origen y destino de la población que hace turismo ni por parte de Cotelco, ni de las autoridades de tránsito o de las empresas de turismo o que prestan el servicio transporte en los diferentes niveles, que bien podrían ser la base para fomentar el turismo.
Pero la gota que llena la copa en contra de esta llamada industria sin chimenea, y aprovechar el centro histórico como atractivo turístico, es la desidia de la administración municipal reflejada en hechos de corrupción tales como incumplimiento en la entrega de los contratos, mala calidad de los materiales utilizados (ver remodelación tanto de la plaza de Bolívar como de las vías intervenidas aun antes de los cacareados daños hechos en el aguinaldo), baja estabilidad de las obras, invasión del espacio público, falta de control tanto urbanístico como policial y en fin una serie de situaciones que solo reflejan falta de administración, especialmente en la exigencia al cumplimiento de las normas.

La reflexión que deja este artículo es: ¿Siendo como se ha visto, el centro histórico, un lugar de acontecimientos históricos, públicos y que reflejan parte de la identidad cultural de la ciudad, debe ser tratado como se viene haciendo? ¿Se puede, en el piso de este bien de uso público, que ya refleja deterioro hacer actividades que signifiquen mayor carga viva y otro tipo de vibraciones aun sabiendo que se va a incrementar su deterioro? ¿Se debe en aras de un Estado liberal y democrático, por el derecho de la movilización y desplazamiento permitir el comercio informal invasivo con el propósito de, activar la economía y generar fuentes de empleo? Es hora de pensar o en cambiar de modelo o de utilizar lo bueno que se tenga y pensar en grande parea el desarrollo de la ciudad.

1 JOSE MANUEL ROJAS CALDERON, Ingeniero en Transportes y Vías, Especialista en Gestión Pública y en Procesos de Auditoría, Docente de la Fundación Universitaria de Boyacá y de la Escuela Superior de administración Pública -Territorial Boyacá Casanare -, exfuncionario de la Contraloría General de la República – Gerencia Departamental Boyacá , articulista de las Revista Paso a Paso de la ESAP y de la revista de la Universidad Juan de Castellanos, Periódico CABOS Y PUNTAS y participante como consultor y conferencista de la OLACEFS en las Repúblicas de El Salvador y de Honduras.

Visita a la Casa Museo de Pablo Picasso en Málaga-España
Apoyo técnico a la Comisión Regional de Moralización de Boyacá en Representación de la Contraloría General de la Nación
José Manuel Rojas primero al lado derecho de la toma