LETANÍAS Y REFRANES DE LA VORÁGINE
POR: HERNÁN ALEJANDRO OLANO GARCÍA MIEMBRO CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA RAE.
Cumple cien años la obra de José Eustasio Rivera La Vorágine, una de las novelas de la
tierra, publicada en 1924 en la editorial Cromos de Luis Tamayo, donde se captura el
mundo de la frontera selvática, en una narrativa evocadora y poderosa, en medio de
injusticias y el sufrimiento humano.
Como es bien sabido en 1922 José Eustasio Rivera huilense colaboró en la comisión de
límites Colombo venezolana y en la proyección de las fronteras entre los dos países. En
su novela se expone la complicidad entre el estado colombiano y las compañías
multinacionales caucheras, así como las rebeliones de indígenas y peones en el marco de
la explotación cauchera, recreada en La Vorágine,
Al ser un texto costumbrista y mezclar personajes de diferentes niveles de formación, de
la lectura del texto, sus tres partes y más de 304 páginas, encontramos una serie de
refranes, que, en la novela, pasan a denominarse “Letanías”:
¡A lo hecho, pecho!
¡Bendito sea Dios porque aún existe la candidez!
¡El sol no sale para los tristes!
¡Es que las mujeres debemos saber de too!
¡Fregaíta pero contenta!
¡La adversidad es una sola, y nosotros seremos dos!
¡No está lo malo en tener querida, sino en casarse con ella!
¡Nuestra madrastra fue la pobreza! ¡Nuestro tirano la aspiración!
¡Pobre fantasía de los poetas que solo conocen las soledades domesticadas!
¡yo, que no he robado para mis padres, robaré cuando pueda para mis verdugos!
Aquí te entierro y aquí te tapo; el diablo me yeve si un día te saco.
Corrimos más pálidos que el cadáver.
El alma es como el tronco del árbol, que no guarda memoria de las floraciones pasadas
sino de las heridas que le abrieron en la corteza.
Hay que ser avaro con el dolor.
La desgracia lo anula a uno.
La realidad anda más despacio que la ambición.
La responsabilidad es de los padres. Hay que saber educar a los hijos.
La selva se defiende de sus verdugos, y al fin el hombre resulta vencido.
Mientras el cauchero sangra los árboles, las sanguijuelas lo sangran a él.
No hemos nacido para reliquias.
No todos los peones son palomas blancas.
Pa vos no tengo, porque no fío.
Pólvora poca y munición hasta la boca.
Sepa que alas damas se las atiende con guante blanco.
Sremos solidarios por la amistad y el provecho común; pero cada cual afrontará por
separado su destino.
Vuestra despensa estará en los montes.
Yanero no bebe caldo ni pregunta por camino.